30 noviembre, 2006

De un sábado

Sábado por la noche. Cena con tintes algo grises (seguramente debidos a mis expectativas, que siendo honesto estaban algo hinchadas) con antiguos compañeros, los únicos que todavía no hemos perdido por el camino. Tras dos copas tranquilas, llega el momento de la tercera en un garito para mí desconocido; no me fijé en el nombre.

- ¿Qué va a ser? - me dice el camarero mientras me ofrece su oreja con una inclinación de cuello.
- Un Jack Daniels con limón, por favor - contesta un servidor, tentado por ese sabor a madera, aunque sea artificial y atenuado por el cítrico.
- Lo siento, no tenemos Jack Daniels ... pero tenemos bourbon.
- No pasa nada, entonces que sea un Four Roses, también me vale - en este momento me acuerdo de uno de los pocos camaradas que he tenido y que me recomendó dicha bebida.
- Mmmm ... mejor te pongo esta, que es muy buena, ¿te vale?



Contemplo la botella de arriba a abajo. No la había visto en la vida, y en ese momento me recuerda sospechosamente a la del señor Jack. Sorprendido por el nombre, Dollar Fever, que me hace soñar con fortunas y aventura, y lo inesperado de la ocasión, sólo acierto a responder:

- Sí, sí, no pasa nada.

Menos mal que la había pedido con limón.

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